Esta hermosa gema azul deriva de la palabra griega sappheiros que significa “la piedra más bella”. Suele ser de color añil, pero también hay casos en que los tonos azules pueden ser más claros o azul oscuro semejante a la tinta. Se compone de restos de titanio y hierro. Se utilizan en joyería y se tallan en cabujón.
El zafiro de mayor tamaño que se tenga constancia, es de 956 quilates y pertenece a la corona del rey de Birmania. En el Museo Mineralógico de París también se puede contemplar un zafiro de 542 quilates de una gran belleza.
Las virtudes terapéuticas del zafiro tanto físicas como emocionales son muchas: los antiguos egipcios la llamaban “piedra de las estrellas” porque le atribuían la capacidad de favorecer la intervención de Maat, la diosa de la verdad, para que conectara con los astros para que fueran favorables a quien pidiera su intervención.
Esta gema se la considera pues, la piedra de la verdad, la honestidad con uno mismo y con los demás, y potencia el sentido de justicia.
Está vinculada a los conceptos de amor y generosidad, potencia la capacidad de concentración y de la meditación, proporciona paz espiritual y emocional.
En terapias físicas se utiliza para controlar la fiebre, las hemorragias nasales y alivia las molestias en los ojos.
Por su color azul oscuro corresponde al chakra del tercer ojo, aunque también podemos usarlo para el chakra de la garganta.
Meditando con un zafiro en el tercer ojo potenciaremos la intuición, así como el equilibrio y la sinceridad con uno mismo, nos aportará fuerza y claridad así como la energía necesaria para fortalecer la constancia.
El zafiro se puede encontrar en las tiendas de minerales y su coste es más caro que otras gemas pero os aseguro que vale la pena poner uno en vuestra vida.
Lo cargaréis a la luz de la luna o junto a una drusa y lo podéis limpiar con agua y salvia o agua y sal.
M.Dolors Abril
Terapeuta de cristales – maestra de reiki japonés y tibetano – terapeuta de reiki