Desde pequeños, a menudo, se nos enseña y promueve la capacidad cognitiva, la del pensamiento por encima de cualquier otro y prácticamente como si fuera la única existente. Se nos recuerda la importancia de pensar antes de actuar, la capacidad de razonar ante un problema y, como dijo Descartes unos siglos atrás: «cogito ergo sum» (pienso, entonces existo). LAS EMOCIONES, LAS GRANDES IGNORADAS Y, ¿dónde quedan las emociones en todo este reino del pensamiento?…
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