¿Qué es lo que está pasando cuando estamos atrapados en un problema del que no podemos salir? Desde el momento en qué nacemos se nos presentan situaciones y problemas que debemos resolver para sobrevivir y seguir creciendo.
El ejemplo del bebé
El ejemplo más claro es cuando un bebé llora porque tiene hambre. La situación-problema es el hambre y la solución es el llanto. A partir de ahora será su solución intentada. Continuará así hasta que llegue un momento donde la solución intentada del llanto ya no le funcionará y tendrá que cambiar, por ejemplo, para aprender a pedir mediante palabras o frases. Finalmente el niño habrá tenido que dejar una solución intentada no funcional (el llanto) por otra que le proporcione lo que él quiere (las palabras).
Pero, ¿como llega el bebé a descubrir que el llanto ya no sirve y que lo que funciona ahora es pedir lo que quiere con palabras? Pues se llega con mucho llanto. Cuando el niño ve que llorando no consigue lo que se propone, lo que hace es llorar más y más fuerte. Lo hace porque tiene integrado que con el llanto llega a su propósito, y cuando no lo consigue cree que es porque no lo ha probado con suficiente fuerza. Cuando alguien le da una alternativa es cuando descubre un nuevo modo de hacer.
Cuando la solución no arregla el problema, se debe cambiar de solución
El ejemplo del bebé ilustra de una manera excelente el comportamiento adulto ante una situación-problema: A lo largo de la vida nos hemos encontrado con numerosas situaciones-problema y de la mayoría salimos bastante bien. Lo conseguimos porque cada uno de nosotros tiene integrado un repertorio de soluciones intentadas que despliega ante ciertos problemas y estas funcionan. Pero de vez en cuando sucede que ante un problema estamos utilizando una solución que no es la adecuada, aunque nos cuesta darnos cuenta porqué es casi automática.
Entonces, lo que pensamos, al igual que el bebé, es que no hemos utilizado la solución con suficiente fuerza e intensidad, e insistimos e insistimos. A medida que pasan los días no entendemos el motivo del fracaso y además lo que estamos haciendo es incrementar el problema consiguiendo el efecto contrario al que queríamos.
Lo que está pasando es que la solución que en un momento determinado nos funcionó, no es eficiente en la situación actual. Este es el punto donde hay que hacer un cambio o nos encontraremos atrapados en un círculo vicioso y con un problema que no para de crecer.
El ejemplo de la llamada
Lo veremos con un ejemplo muy simple: imaginemos que queremos tener noticias de alguna persona y ésta no quiere saber nada de nosotros (aunque esto lo desconocemos). En un primer momento podemos enviar un mensaje al móvil. No nos contesta. Nosotros podemos pensar que no le ha llegado o que no le hemos dicho nada interesante. Entonces volvemos a enviar otro. Sigue sin contestar. Decidimos que como tenemos tantas ganas de saber de él le diremos que queremos encontrarnos con él y le enviamos otro mensaje. No tenemos respuesta. Finalmente decidimos llamar pensando que es la mejor manera de comunicarse, pues es de la manera como solemos hacerlo. Pero nadie responde al teléfono.
La solución de enviar un mensaje es posible que nos haya funcionado en otras ocasiones pero en esta situación lo que hace es alejarnos más de nuestro objetivo y que definitivamente no quieran saber nada de nosotros.
Buscar alternativas de solución para nuevos problemas
En resumen, las soluciones intentadas no funcionales nos envuelven en un «más de lo mismo» que hay que romper con una alternativa adecuada sino queremos ir malgastando toda nuestra energía sin obtener resultados satisfactorios a nuestros problemas.
Anna Valls
Psicóloga col. 17195
Terapeuta Floral
www.psicologosgirona.es
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Ante el dogal de la costumbre, INNOVAR!!!!, lo demas e consecuencia