Se dice que los ojos son el reflejo del alma. Entonces, ¿te has preguntado por qué llevas gafas? o ¿qué te dicen tus ojos con cada síntoma de visión? ¿Te has dado cuenta de la cantidad de veces que en nuestro lenguaje cotidiano utilizamos el verbo ver para indicar otros significados? ¡Te veo bien! para indicar que tenemos buen aspecto o ¿cómo lo ves? para pedir opinión respecto a alguna cosa, o veré que puedo hacer por ti, en respuesta a una demanda de ayuda.
La visión es una metáfora de como vemos el mundo:
La visión es algo más que un proceso físico, en realidad es también un proceso mental y emocional. Nuestros pensamientos y emociones afectan a la visión y éstos a su vez son afectados por aquello que vemos.
Cada tipo de disfunción visual (miopía, presbicia, astigmatismo…) se puede relacionar con un determinado tipo de personalidad, con una visión metafórica del modo de ver nuestra vida. O lo que es lo mismo, el modo cómo vemos la vida está íntimamente relacionado con el modo como somos.
Los distintos desórdenes visuales se han podido identificar con una tensión excesiva en determinados músculos extra-oculares y también con determinadas pautas emocionales.
La visión disminuida se produce en una época de la vida de la persona en la que esta experimenta algún tipo de estrés con su entorno. Mientras dura ese estrés no ve con claridad, tanto literal como figuradamente. Cuando esta situación, causante del estrés se mantiene por un largo período de tiempo, o alcanza una intensidad extrema, los músculos de los ojos que soportan estas tensiones se tensionan excesivamente, llegando a “congelarse” temporalmente, deformándolos y manteniendo al globo ocular en un estado de “fuera de foco”.
Dado que la visión es una metáfora del modo como vemos el mundo, y concierne a la personalidad, una vez identificadas las causas que provocan el síntoma, pueden revertirse. Al librarnos de las tensiones excesivas en nuestra consciencia, éstas desaparecen también de la musculatura alrededor del ojo y el globo ocular vuelve a su redondez original.
La miopía:
La miopía, por ejemplo, suele aparecer en muchas ocasiones en la infancia, cuando se es más vulnerable a los acontecimientos que la vida nos presenta, coincidiendo con la llegada de un hermanito, o al ir por vez primera a la escuela, o en el cambio del Instituto a la Universidad, con un primer trabajo, etc…
El miope, por ejemplo, personaje más bien tímido e introvertido, en muchas ocasiones se pre-ocupa en exceso, viendo el futuro a través de un filtro de cierto miedo o inseguridad. Para compensar ese miedo, necesita tener todo bajo control, con lo que la dirección de sus pensamientos, de su energía, es siempre hacia el futuro, desarrollando así una personalidad excesivamente controladora.
Con gran facilidad para encerrarse en su mundo, la persona que sufre de miopía se atrinchera detrás de sus gafas, priorizando normalmente sus pensamientos y deseos a los de las personas de su entorno, no por mala intención o egoísmo como suelen describirlo los demás, sino por pura supervivencia. En otras ocasiones puede mostrarse muy extrovertido, muy hablador o incluso algo agresivo con un objetivo común: enmascarar la timidez.
Cada síntoma tiene una determinada personalidad asociada, lo que no significa que todas las personas con ese rasgo de personalidad desarrollen el mismo síntoma, pero sí que las personas con un mismo síntoma poseen un mismo modo de interactuar en la vida, un mismo patrón de comportamiento.
Decidir ver claro, en todos los aspectos de nuestra vida:
Para librarnos de las molestas gafas o lentes de contacto, es necesario, ante todo, tomar una decisión importante: Decidir ver claro, en todos los aspectos de nuestra vida. Recuperar visión pasa por ser capaces de viajar a nuestro interior, y “aceptar ver” aquello que hasta ahora, no hemos podido o no hemos sabido ver.
Para ello, es necesario realizar un abordaje holístico, trabajando desde el ámbito físico, con algunos simples ejercicios para recuperar la elasticidad de la musculatura alrededor de ojo.
Desde un punto de vista mental, revisando y cambiando los límites/programas/creencias, que nos impiden recuperar visión: Si creemos que la visión no se puede curar, no la curaremos! Reprogramando esas creencias, con visualización, afirmaciones… ¡podemos recuperar visión!
Desde el ámbito emocional, reconociendo cuál ese pico de personalidad que nos está impidiendo ver claro, en el más amplio sentido de la palabra, para poder crear una realidad más acorde con nuestra esencia, para poder ser y vivir plenamente una realidad en la que veamos claro.
Los ojos son el espejo del alma, ¡un reflejo de ti!
Carme Llimargas
www.novavisio.eu
1 comentario
Excelente. Me encantò. Hay que comenzar a desarrollar esa visiòn del alma. Gracias