Lapislázuli, la hermosa piedra azul

El lapislázuli está compuesto por más de 14 minerales diferentes. Entre ellos está la lazurita, que le da ese hermoso color azul, la pirita, que la pigmenta con reflejos dorados y la calcita, que la pinta con vetas de color claro.

Los egipcios la utilizaban en un montón de joyas y abalorios. Los sirios y babilonios también y los griegos creían que tenía propiedades curativas para bajar la fiebre y disminuir los estados de melancolía.

La tan famosa Cleopatra VII utilizaba el lapislázuli en polvo como sombra de ojos, los budistas la utilizaban para meditar ya que tranquiliza la mente y para los chinos era fuente de suerte y salud.

En el Renacimiento, el polvo de lapislázuli fue utilizado para valiosas pinturas ya que su valor por gramo igualaba  al del oro.

Es la piedra de la comunicación. Pertenece al quinto y sexto chakra, fomenta la amistad, la sinceridad, la confianza en uno mismo y refuerza la autoestima.

Utilizada en terapias se dice que purifica el alma y limpia la conciencia, libera cargas del pasado, regula los desajustes emocionales, favorece el sueño, la positividad y ayuda a meditar.

Estimula la intuición y la visión del tercer ojo, calma los dolores de cabeza, rige el sistema nervioso, la glándula pituitaria, los ojos y la piel.

Si trabajamos con ella en estado de relajación o meditación, nos ayudará a clarificar nuestros pensamientos, nos abrirá la conciencia del “yo soy”, nos aportará tranquilidad y calma.

Para las personas tímidas potenciará la seguridad y la comunicación, haciendo posible que la expresión y armonización de pensamientos fluya en forma adecuada.

Para los estudiantes en tiempo de exámenes es muy apropiada ya que les aportará tranquilidad y confianza.

Es una piedra excepcional que no debe faltar en ningún hogar, ya sea en forma de pirámide para nuestro comedor o dormitorio, o como joya en brazaletes, pendientes o colgantes.

M. Dolors Abril
Terapeuta de cristales – maestra de reiki japonés y tibetano – terapeuta de reiki