La música forma parte de nuestras vidas, nos acompaña siempre. Está presente desde nuestro nacimiento e incluso antes, con las primeras canciones de la madre. En los primeros años de nuestra infancia, en la escuela, cuando nos hacen cantar y aprender canciones populares, en las músicas de los juguetes que nos regalan los reyes magos o la familia en nuestros cumpleaños. Cuando somos adolescentes, la música llena nuestras vidas y le da más sentido, propiciando actitudes, estilos y formas de relacionarnos, con un punto de rebeldía. La música está presente siempre en los grandes momentos de felicidad, en los cumpleaños, en las bodas y también, en instantes de inmenso duelo, en los funerales.
EMOCIÓN EN ESTADO PURO
¿Y eso por qué? Como explica Carles Lama, pianista y profesor del Postgrado de Resolución de Conflictos Públicos y Mediación Comunitaria de la UdG (Universitat de Girona), porque la música es emoción en estado puro. Y porque tiene la virtud de generar, provocar y hacer aparecer emociones en los demás. Recuerda por un momento una película que te haya gustado mucho, que te haya marcado y seguro que serás capaz de cantar un pedacito o el estribilllo. Cada tipo de película requiere una «música». Por ejemplo, las dramáticas o las de miedo, donde el desenlace de la escena está estrechamente acompasada con el clímax de la música.
EFECTOS NEGATIVOS
La música puede despertar y avivar reacciones positivas y también negativas. Con relación a los conflictos, recuerdo una noticia de periódico de 2004, donde se explicaba la utilización por parte de las tropas estadounidenses de la música como arma psicológica. Por ejemplo, en la invasión de Irak se hace utilizar el heavy metal combinado con frases insultantes del tipo «disparas como un pastor de cabras» con el objetivo de irritar al enemigo y hacerlo salir de los escondites para combatirlo. La utilización de la música en la guerra es un recurso muy antiguo básicamente con una doble función: por un lado, provocar el terror en el enemigo antes y durante la batalla y, por otro, ahuyentar el miedo e infundir coraje en los propios soldados.EFECTOS POSITIVOS
Pero la música también puede tener efectos positivos en los conflictos, antes de que aparezcan o una vez se han manifestado, teniendo en cuenta la influencia y efecto directo de las emociones en los comportamientos en estos procesos. Me explico: hace unas semanas descubrí un caso aplicado cuando el año 2009 los responsables de la ciudad de Christchurch en Nueva Zelanda daban a conocer a la prensa la reducción muy considerable de comportamientos antisociales en la calle con la utilización de la música. Concretamente, desde hace un par de años, con carácter experimental, los responsables de la ciudad decidieron poner altavoces y reproducir música clásica en el centro comercial, sobre todo Mozart. Los resultados mostraron que respecto a 2007 y 2008 se habían eliminado casi por completo las discusiones, los incidentes y las peleas que se daban entre los usuarios en el centro. La policía reconocía que el programa experimental de música clásica tiene unos efectos tranquilizantes en los comportamientos de las personas en el centro de Christchurch.
PREVENCIÓN Y RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
Con casos como este, se muestra que la música, utilizada y seleccionada correctamente, es un recurso básico y / o complementario para tratar de prevenir y conducir emociones muy intensas resultantes de malentendidos y tensiones en nuestras relaciones que a menudo capturan, momentáneamente y sin darnos cuenta, nuestra forma de pensar y de actuar, derivando en conflictos violentos. En estas condiciones, la música puede ayudarnos a reducir la vehemencia de nuestras respuestas, a serenar nuestro estado de ánimo, a racionalizar la situación y armonizar nuestro comportamiento.
Xavier Pastor
Experto en gestión y resolución de conflictos.
xpastor@resoluciodeconflictes.org
Carles Lama
Pianista y profesor del Postgrado de Resolución de Conflictos Públicos y Mediación Comunitaria de la Universitat de Girona
1 comentario
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