La Luna es el satélite natural y único que tiene nuestro planeta Tierra.
A pesar de estar hermosamente iluminada, su superficie en realidad es oscura y grisácea y se mantiene brillante gracias al reflejo de la luz solar.
Sus fases lunares, con sus ciclos regulares, han hecho que la Luna tenga una importante influencia cultural que desde la antigüedad hasta nuestros días en mayor o menor medida se mantiene.
La influencia gravitatoria de la Luna produce corrientes marinas que influyen en el mar.
La distancia orbital de nuestro satélite hace que tenga en el cielo el mismo tamaño que el Sol, permitiendo a la Luna cubrirlo en su totalidad en los denominados eclipses.
La relación de la Luna con el ser humano es evidente sobre todo en las mujeres: sus ciclos menstruales y sus partos están regulados por ella y sincronizan en un 90% con la biología femenina.
Es considerada un arquetipo importante psíquico para el ser humano.
Influye con su mágica luz a los enamorados e ilumina nuestro paisaje nocturno. ¿Quién no se ha quedado embelesado con su belleza, en una cálida noche de verano?
La Luna influye también en la hora del nacimiento, al igual que a la hora de morir, en las tormentas de lluvia y en los movimientos de la Tierra.
Si el pelo se corta en cuarto menguante, el pelo crecerá más despacio; si por el contrario se corta en creciente, crecerá más deprisa.
En las cosechas pasa algo parecido: si se podan los árboles frutales en creciente, éstos crecerán más abundantes en ramas, si se podan en menguante serán menos abundantes en las ramas, pero darán más frutos.
Las fases de la Luna duran 14 días. Es decir, después de una preciosa noche de Luna llena, justo al día siguiente empieza a menguar y después de 14 días más entraremos en la Luna nueva, siguiendo la misma dinámica, justo al día siguiente la Luna empezará a crecer y al tercer día veremos en el cielo una hermosa y reluciente «tajada de melón».
Podemos decir que la Luna crece cuando la vemos en forma de “D”. Es decir, crece hacia la izquierda. Y será decreciente cuando tenga forma de “C”. Por eso se dice que la Luna nos engaña: la “D” sería de “Decreciente” (menguante) y la “C” de “Creciente”, pero la realidad es al revés.
En la antigüedad, se decía que la Luna era la gran diosa madre que protegía y aportaba abundancia, inspiración, fertilidad, pero tiene su parte dual, con lo cual también era la diosa cruel y destructora que influía en los cambios de humor ya que es capaz de tocar con su vibración nuestra parte más primaria e instintiva, llegando a influir en nuestra psiquis.
Así pues, la Luna era amada y temida, ya que detrás de su hermosa luz hay también una cara oculta y oscura.
Se podría decir que al igual que nosotros, ya que en todo ser humano e incluso viviente, hay esa dualidad de luz y oscuridad, nuestra parte buena y nuestra parte mala.
En los tiempos actuales donde la técnica ha desmitificado muchas creencias del pasado, cada vez más nos damos cuenta que la Luna sigue manteniendo su magia e influencia en el ser humano.
Su magnetismo atrae y fascina, mueve mareas e influye en todo el planeta.
Debemos ser conscientes de que la Luna repercute en nuestro organismo, en nuestras emociones, en nuestra rutina diaria, en nuestro nacimiento y en nuestra partida. Somos un 80% agua y si cerráis los ojos en una noche de Luna llena podréis sentir el influjo de nuestro satélite en vuestro interior, en vuestros ríos de agua.
M. Dolors Abril
Terapeuta de cristales – maestra de reiki japonés y tibetano – terapeuta de reiki
4 comentarios. Añade el tuyo!
Hola Dolors:
Cada dia amb soprens molt guay
Un peto
Bon dia cel!, es un plaer ser llegida per tu i tots els que volen veure una realitat mes profunda.
Una abraçada lunar!!!!
[…] empapado en una infusión de salvia y secarlo seguidamente. Para cargarlo, lo haremos a la luz de la luna o enterrado en la tierra a la luz del sol, también en un grupo de cristales de […]
[…] limpiarla, lo haremos introduciéndola en agua y salvia, la cargaremos a la luz de la luna o enterrada en una maceta expuesta al […]