Dicen que los seres humanos tenemos dos ojos y una boca para escuchar el doble de lo que hablamos.
¿Te has preguntado cuál es tu nivel de escucha con la gente que te rodea y que se comunica contigo? Las personas somos seres sociales y, como tales, nos estamos comunicando constantemente ya sea por el canal visual, auditivo o cinestésico. Todo es comunicación: aquello que vemos, aquello que escuchamos y aquello que sentimos.
Pero, teniendo en cuenta que no es lo mismo oír que escuchar, si te observas a ti mismo por un instante, ¿sientes que realmente escuchas a las personas que te hablan, que te miran o que interactúan contigo? ¿Escuchas de verdad a tu pareja? ¿A tus hijos? ¿A tu amigo? ¿Qué crees que dirían ellos si se lo preguntáramos?
A menudo no tenemos conciencia de ello pero es así: no escuchamos de manera abierta y limpia a nuestros interlocutores. Hay muchas interferencias como:
– Pensamientos míos sobre mis preocupaciones, sobre cosas que tengo en la cabeza y que me impiden seguir la otra conversación.
– Juicios y opiniones sobre la persona que me está hablando. Evidentemente, con este diálogo interno tampoco podré escuchar al otro.
– Porque me pongo a hablar más que a escuchar: es frecuente que en vez de escuchar, uno se ponga a hablar de él y sus cosas (dando a entender que son mucho más importante que lo que nos estaban contando).
Todo esto generará que las otras personas quieran distanciarse de nosotros, que no se sientan cómodos a nuestro lado.
ESCUCHA Y RELACIONES
La mayoría de conflictos y discusiones en una relación de pareja tienen su origen en que no se escuchan. Cuando uno habla, el otro se siente atacado, se pone a la defensiva y ataca de vuelta. Si por el contrario, les obligas a que cuando uno habla de lo que necesita, el otro no haga ningún gesto, ninguna reacción, ningún movimiento, sino que simplemente escuche al otro, lo observe, lo sienta, se producen cambios maravillosos.
A veces con algunas variantes de éste ejercicio las parejas se vuelven a encontrar. Y esto es un ejemplo más que confirma la dificultad que tenemos las personas para escuchar activamente.
Y la verdad es que cuando tomamos conciencia y empezamos a practicar éste tipo de escucha, nos damos cuenta que hay muchísima más información de la que imaginábamos y que podemos acercarnos al otro desde un punto mucho más humano, mucho más honesto, mucho más real.
Sílvia Congost Provensal
Psicóloga – Terapeuta – Coach Personal
Especialista en autoestima y relaciones
www.silviacongost.com