Os puedo asegurar que las personas que sufren por dependencia emocional hacia su pareja son muchísimas más de las que os imagináis. La primera señal que nos va a mostrar este enganche es que pensamos o digamos: “Sé que tengo que dejarle, pero no puedo”. Para una persona que no haya sentido nunca el miedo aterrador que genera la dependencia, parece absurdo, ¿verdad? Y pensaremos: “si quieres dejarle, lo dejas y punto”. No hay más.
Más difícil de lo que parece
Pero la realidad es que sí, sí que hay más, muchísimo más. Incluso en los casos más extremos en los que hemos estado tiempo sufriendo maltrato psicológico (cuando nos faltan al respeto, cuando se ríen de nosotros, cuando nos humillan, nos engañan…), o cuando vemos que el otro, simplemente no nos quiere. Y digo “vemos” porque esto lo sabremos al observar como se comporta con nosotros, a pesar de que aquello que nos diga sea todo lo contrario. Ya sabéis que en caso que la información visual y auditiva no concuerde, la que vale es la visual siempre -recuerda el post sobre éste tema-.
Una parte del cerebro quiere romper con la dependencia emocional…
Nuestro cerebro… para explicarlo sencillo, podríamos decir que hay una parte de nuestro cerebro, la más racional, que observa lo que está pasando y nos dice: “¿qué estás haciendo aún aquí? ¿por qué no te has largado aún? ¿No ves esto que te ha hecho y esto y esto otro y aquello y lo otro y lo…?¿Necesitas más?” Esta parte del cerebro es la que comprende lo que pasa y desde la lógica se da cuenta de que aquello no tiene sentido y que le tiene que dar instrucciones al cuerpo para que se vaya.
… y la otra parte no puede
Pero la dificultad viene por la otra parte del cerebro, allí donde está la adicción. Esa parte siente que necesita al otro, que no puede perderle. Es totalmente irracional y si tu le preguntas a la persona por qué no quiere perderle, seguramente no tendrá demasiados motivos. Es un pensamiento que nos bloquea emocionalmente y nos genera la dependencia.
Pasar del “debo dejarle” al “quiero dejarle”
Lo importante es que hagamos un proceso para tomar conciencia de esta parte irracional que está en nosotros. De esta parte que dice “quiero tenerlo” pero que no sabe por qué, y si lo analiza un poco más, se da cuenta que en realidad no le aporta casi nada positivo a su vida. Y entonces debemos preguntarnos, ¿por qué sigo aquí? ¿Si no me está aportando nada, por qué no me voy?
Hay que tener clara la diferencia entre decir: “sé que debo dejarlo pero no puedo” o decir: “quiero dejarlo, pero no puedo”. Tened claro que hay que hacer algo no es lo mismo que querer hacerlo. Ya sabéis que quien quiere, puede. Quien, en cambio, sabe que debe, deberá decidir si quiere o no, para después poder. Parece un juego de palabras, pero ésto es muy importante para avanzar.
Y una vez tengamos claro que queremos, salir de esa situación en la que sufrimos más que otra cosa, nos tocará hacer un proceso para recuperar nuestra autoestima. Solo en la autoestima encontraremos la fuerza y el valor suficiente para atravesar el camino de salida, para superar la ansiedad, los pensamientos adictivos y la necesidad de volver atrás.
Solo así, podremos superar la dependencia emocional, volver a ser libres y vivir nuestra vida con ilusión, alegría y estando conectados en todo momento con nuestro poder.
Silvia Congost Provensal
Psicóloga – Terapeuta – Coach Personal
Especialista en autoestima y relaciones
www.silviacongost.com
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