El citrino entra dentro de la categoría de los cuarzos y por ello pertenece al grupo de las piedras espiritualizadas del reino mineral.

Se trata de una piedra transparente de gran belleza, color dorado o color coñac. La tradición ha considerado al citrino como el hijo de la amatista, el cristal más importante después del cristal blanco.

Desde los tiempos más remotos, el citrino fue una de las piedras preciosas más valiosas, su valor superaba al del oro.

También se creía que en el citrino había una gran reserva de energía solar, pequeños trozos de Sol.

El citrino es la piedra sagrada del tercer chakra, el del plexo solar, centro de la vida de nuestro cuerpo físico.

Por él entran los rayos procedentes del Sol que mantienen el cuerpo físico.

De este chakra sale también el cordón dorado, denominado también el hilo de oro. Es el encargado de mantener la conexión de la parte física con la parte energética. Si este hilo se corta la vida física se extingue.

Si colocamos el citrino en su chakra, emanará vibraciones que fortalecerán el cordón dorado, garantizando larga y saludable vida.

También nos sirve como cuarzo personal, aumentará la calma y la espiritualidad y se dice que también atrae la abundancia material.

Atrae la buena suerte en los negocios y en el trabajo.

El tercer chakra es el centro de la fuerza de voluntad del alma, vitalizándolo proporcionará firmeza y confianza, además la energía que emana del tercer chakra se expande a todos los demás.

Podéis utilizar el citrino llevando un pequeño cristal en el bolso, en el monedero, entre los recibos y facturas, etc.

Depositar un cristal de cuarzo en la casa atraerá la abundancia.

A pesar de que se trabaja el plexo solar con el cuarzo citrino, si queremos mantener su color dorado no lo expondremos al sol para cargarlo, lo haremos a la luz de la Luna o en una geoda o drusa.

M. Dolors Abril
Terapeuta de cristales – maestra de reiki japonés y tibetano – terapeuta de reiki